La cooperación y el comercio justo son la vía para construir realidades más equitativas y sostenibles.
Aunque frecuentemente nos enfrentamos a un sistema económico que fomenta el individualismo,[1] tenemos muchísimos ejemplos, propuestas, historias y conocimientos que nos demuestran y nos inspiran a valorar y ejercer la cooperación.[2]
Es por esto que en ConSuma Conciencia tenemos la convicción de que al reconocer, cuidar y colaborar con todas las personas que conforman nuestra comunidad, también sentamos bases para vivir de una manera más sostenible.[3]
Más que resistencia: entusiasmo, dedicación y mucho amor
El trabajo en comunidad y desde la cooperación implica habitar y construir espacios y alternativas de bienestar común, tanto desde un proyecto productivo, un movimiento social, en nuestras colonias o al interior de nuestros hogares.
Estas propuestas facilitan intercambios para encontrar puntos en común, incluso abordando temas y situaciones incómodas, sabiendo que las demás personas, son como tú, han vivido experiencias, necesidades y anhelos similares. Esta valoración y reconocimiento de cada quien, permite sentirnos acompañados y retribuir con más apoyo y colaboración.
De esta manera lo plantea Enrique Torre Molina, quién además de ser parte de la comunidad de ConSuma Conciencia, disfrutando de sus cortes favoritos de pollo orgánico, pan y tortillas de nuestros proyectos sustentables, es un referente del activismo LGBTQ+ en la región.
Enrique asegura que participar activamente en el movimiento LGBTQ+ es vital, pues esta comunidad “…es un espacio adicional, o a veces sustituto, de nuestras familias y círculos de amigos”.
Para mí, la comunidad LGBTQ+ es una gran familia elegida, con todo lo que eso implica: apoyo, cariño, discutir a partir de nuestras diferencias, compartir logros y luchas, celebrar el orgullo con otras personas, indignarte cuando alguien más vive discriminación o violencia y tener a un grupo de personas con quienes sé que cuento. reflexiona Enrique.
Contar con otras personas, con las que asumimos compromisos comunes, nos da seguridad, alegría y bienestar.
Vivir en colmena
Más allá de su organización interna, las abejas no solo generan bienestar para sus vidas sino para muchísimos ecosistemas. Ellas hacen posible la vida de millones de especies incluyendo la humanidad. Aunque apenas reconozcamos la miel que producen (porque lamentablemente podemos confundirla con productos que intentan simularla) son clave incluso para disfrutar del aire que respiramos.
Las colmenas son un gran ejemplo para hablar de cooperación. En nuestra comunidad, proyectos como Ecosta Yutu Cuii, la cooperativa Bioflora y Piel de Jaguar, nos traen miel agroecológica de comunidades que trabajan con procesos de conservación de territorios, que luchan contra el uso pesticidas y se enfrentan a prácticas de deforestación y degradación de los suelos.
La Colmena también es la inspiración del proyecto de Enrique. Colmena 41 es el espacio que ha creado junto con su socio Fede Arellano, para conectar e inspirar a la comunidad LGBTQ+ a través de eventos, proyectos de investigación y colaboración entre diferentes sectores profesionales. “…creo que la historia de la comunidad LGBTQ+ es evidencia de que esa solidaridad y colaboración son clave para superar los desafíos, ganar visibilidad, respeto y aceptación, y conquistar derechos”.
Comprender que los desafíos de esta comunidad no son ajenos a otros grupos de personas, y que la lucha por los derechos de la diversidad ha alcanzado importantes logros, también nos inspira y nos da referencias para valorar el potencial inmenso del trabajo colaborativo.
Tejiendo Lazos de Sostenibilidad y Colaboración
En la búsqueda de mejores formas de relacionarnos desde intercambios comerciales más amables con las personas y el planeta, nace la Cooperativa Flor y Piedra, un proyecto fundado por Daniel Ramos y Salvador Tenorio, con base en un enfoque colaborativo y equitativo. Hoy está conformado por siete personas, que participan activamente de manera horizontal en las decisiones, labores y beneficios de la iniciativa.
Desde 2017 la cooperativa ha estado comprometida con la producción saludable, ecológica y de comercio justo de alimentos, insumos de cuidado personal, para el hogar y las mascotas.
Su nombre simboliza su esencia: “Flor” representa todo lo que se siembra, materializado en lo que obtienen directamente de su huerto. “Piedra” remite a la transformación de sus materias primas… “Al inicio, molíamos el trigo, las plantas, los cereales, en un molino de piedra“… Recuerda Salvador.
Su pequeño huerto de azotea es un testimonio de ingenio y adaptabilidad. “Hemos construido lo que llamamos técnica de chinampas de azotea, que imita el funcionamiento de una chinampa a pequeña escala, usando macetas, cubetas y filtros, en un pequeño espacio urbano”. Nos explica Salvador
La cooperativa Flor y Piedra es más que un proyecto comercial. Todos los productos que elaboran cubren necesidades de autoconsumo de las personas que conforman la iniciativa, además de brindar soluciones sustentables a comunidades de consumo consciente como la nuestra. También ha permitido la construcción de redes de colaboración con familias, colectivos y otras cooperativas, promoviendo la economía local.
Flor y Piedra está conformada por personas diversas, con opiniones e intereses diferentes, pero con el fin común de valorar y cuidar la vida en todas sus manifestaciones …hemos hecho estas amistades y relaciones sin ningún problema por las diferencias o divisiones mentales… porque es muy bonito dedicarse a la vida ¿No?…”. Concluye Salvador.
Estos son algunos de sus productos que nos comparten cada semana:
- sopa instantánea de espirulina,
- consomé de verduras,
- Masa para pizza de maiz y trigo
- bálsamo labial,
- loción para pies,
- suero dermatologico anti- acné,
- capsulas de guarana, espirulina y curcuma
- premios para perros
- Mezcla de tabaco y flores, o solo hierbas
Cooperativismo y comercio justo: herramientas de transformación
La colaboración y la sostenibilidad que sustenta el trabajo de las comunidades de Flor y Piedra, Bioflora y Cepillos Gosthi, como ejemplo de algunos de los proyectos de ConSuma Conciencia, tienen la esencia del cooperativismo y el comercio justo, para garantizar la dignidad y el empoderamiento de las personas, hacer realidad un crecimiento inclusivo y un desarrollo sostenible.
El Comercio Justo impulsa relaciones comerciales basadas en el diálogo, la transparencia y el respeto, buscando el equilibrio entre el intercambio de bienes y servicios y la realización de los derechos de quienes trabajan.
El hecho de estar constituidas como emprendimientos cooperativos, pone de manifiesto su compromiso por materializar prácticas de comercio justo, promover una cultura de participación, equidad y autonomía de todas las personas y sus comunidades.[4]
Para quienes consumimos, el Comercio Justo garantiza productos de calidad y procesos con transparencia,[5] promueve prácticas de respeto al medio ambiente y fomenta una cultura de paz, con bienestar social y económico.[6]
Sembrar la justicia y la colaboración desde casa
Este mes hemos escogido como tema principal el trabajo en comunidad y el comercio justo, como una forma de visibilizar cómo la cooperación entre las personas y el reconocimiento de cada una puede hacer posible relaciones y realidades más amables con las personas y el planeta.
Son incontables los ejemplos de prácticas de colaboración, cooperación y trabajo comunitario en nuestra comunidad. Gente que produce alimentos, productos de cuidado personal y artesanías valorando el saber ancestral de sus territorios y la tierra de donde provienen; quienes trabajan desde sus profesiones por el bienestar físico, emocional y social de colectivos vulnerables; quienes hacen activismo por causas sociales; pero también quienes desde sus casas fortalecen esta cultura de cooperación, colaboración y comercio justo.
Como este blog lo escribimos durante el mes de junio, hemos querido destacar fechas como el Día del Orgullo LGBTQ+, el Día Internacional de las Cooperativas y también quisimos traer la voz a algunos padres de nuestra comunidad, dado que en estas fechas también se celebra el día del padre en nuestra región.
En un momento de cuestionamiento, deconstrucción y reconstrucción de los valores, las responsabilidades y necesidades de los varones en los roles de cuidado relacional y en la familia, es una dicha inmensa tener en nuestra comunidad, a padres que participan de manera activa en la educación de sus hijos e hijas, y les transmiten principios de sostenibilidad a través de sus prácticas cotidianas.
Leonardo, está encargado de las compras de alimentos en su casa y elige productos agroecológicos y saludables porque reconoce que las propuestas comerciales afectan tanto a nuestro cuerpo como al planeta; por eso, valora el trabajo ético y sustentable de los pequeños proyectos productivos de nuestra comunidad.
Santiago, comparte con su familia la importancia de ser responsables en nuestras elecciones cotidianas, priorizando productos de iniciativas comprometidas con la salud y el cuidado del medio ambiente. Él entiende que es necesario invertir para dar un valor justo al trabajo de las personas y a la calidad de los productos que disfruta en nuestra comunidad.
Leonardo y Santiago son padres conscientes de su responsabilidad en la educación de sus hijos e hijas, y reconocen que formar una comunidad y apoyar a las comunidades productoras locales es esencial para construir el mundo que les dejarán como legado.
Como afirma Leonardo, “somos la piedra medular en la educación, la alimentación y el consumo responsable, no solo de los alimentos, sino de todo aquello que compramos“.
Ellos también son una inspiración para seguir tomando decisiones de compra conscientes, valorando el trabajo de las personas y el impacto que nuestras elecciones tienen en el mundo que nos rodea… Para sembrar la justicia y la colaboración desde casa, creando un futuro más sostenible y equitativo para todas las personas.
Referencias
[1] Las culturas individualistas se caracterizan por priorizar los intercambios meramente transaccionales, la competitividad y la verticalidad; descalificando los vínculos colaborativos. Este tipo de relacionamiento determina nuestros sistemas políticos, culturales, sociales y finalmente influye en nuestras decisiones y comportamientos cotidianos, tanto hacia otras personas, como incluso, hacia el planeta. Sanchéz et. al. (2021). Efectos de la actividad económica sobre el individualismo-colectivismo. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1989-38092020000100001
[2] Las propuestas más colectivistas promueven sistemas de cuidado, en los cuales las relaciones sociales tienen un carácter comunitario con responsabilidades recíprocas. Schwartz (1990). Individualism-Collectivism: Critique and Proposed Refinements. https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0022022190212001
[3] ConSuma Conciencia. https://consumaconciencia.com/hagamos-del-consumo-una-herramienta-de-cambio/
[4] Cada 1 de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas, para destacar la importancia de la propuesta de colaboración y equidad que tienen este tipo de organizaciones. Las cooperativas son consideradas como motores de cambio, ya que juegan un papel fundamental en la agenda 2030 de las Naciones Unidas, abordando desafíos como el cambio climático y la desigualdad. En todo el mundo y en diversos sectores, las cooperativas han demostrado su resiliencia frente a las crisis ambiental, al generar empleos, al mejorar las condiciones de vida, al brindar seguridad alimentaria y al construir cadenas de valor éticas. https://www.un.org/es/observances/cooperatives-day
[5] LOS 10 PRINCIPIOS DEL COMERCIO JUSTO. https://www.wfto-la.org/comerciojusto/
[6] https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7011919
Es un proyecto que me gusta mucho pues se toma en cuenta el valor humano como el ecológico, el planeta y el comercial, aunque no tenía este conocimiento, por esto empecé a consumir Consumaconsiencia, de gente consiente y trabajadora, sana, esperando crezca y se hagan más con honestidad.