
Un emprendimiento que nace en el 2008 como un sueño universitario y que se convirtió en realidad a partir de la detección de una necesidad clave: la recuperación del trabajo con la tierra y los maíces nativos.
Sara López Villamar es una mujer que durante la universidad participó en colectivos zapatistas, principalmente con cuestiones sobre educación, privatización del agua, abasto comunitario de alimentos y estudios de género, lo que la llevó a reflexionar sobre cómo poder hacer un cambio que pudiera impactar en la sociedad y en el entorno de manera positiva y contundente.
Geógrafa de profesión, Sara comenzó a transitar un camino que poco conocía, pero que era inevitable para ella: el cultivo de la tierra. De esas coincidencias de la vida, la mamá de Sara heredó un terreno que había sido de los bisabuelos, ellos habían sido los últimos del linaje de Sara en trabajar la tierra, así que ahora era el momento ideal para darle forma a su proyecto: Flores de Vida.
Sara y su madre iniciaron el proyecto juntas, en un principio cultivando plantas aromáticas con prácticas agroecológicas, para después hacer Tés y aceites esenciales de altísima calidad (hay que mencionar que la mamá de Sara es química, lo que facilitó la transformación de las plantas en estas delicadas esencias).
El proyecto fue creciendo y desarrollándose cada vez más, por lo que después de un tiempo, lograron hacer una milpa, en donde hoy en día tienen haba, frijol, calabaza, y maíces propios de la región de Ayapango, Estado de México. La intención es sacarle el mayor provecho a la tierra con prácticas responsables como los cultivos rotativos que permiten darle nutrientes a la tierra y fortalecerla, así que posteriormente, llegaron los productos comestibles como las deliciosas galletas de pinole y los tamales veganos, realizados con ingredientes propios del mismo lugar.
Poco a poco, se fue desarrollando todo un ecosistema que funciona gracias a la sinapsis de plantas con árboles y con la milpa, todos como parte de un mismo entorno, una comunidad vegetal.
Sin embargo, todo este proceso no ha sido fácil… Nos cuenta Sara que han tenido grandes obstáculos como enfrentarse al machismo de productores o trabajadores de la tierra, o esas áreas grises del gobierno que no logran regular las plantas medicinales, sin embargo esto solo la ha hecho más fuerte para seguir impulsando su proyecto.
Estos doce años del proyecto, han sido todo un proceso de aprendizaje, cursos, capacitaciones y muchas experiencias que han ido fortaleciendo Flores de Vida, comenta Sara que en un principio, nunca pensó que esta iniciativa fuera a crecer de esta manera y hoy, es un orgullo que sea funcional y sustentable.
Flores de Vida representa la vida de Sara, quien busca transmitirle a la gente que sí se puede vivir del campo, pero hay que transformar la forma de cómo cultivamos, como cambiar el monocultivo por la rotación del cultivo, esto como una forma de adaptarse a la diversidad climática para sobrevivir y para nutrir la tierra.
Al comprar, ya sea tamales, aceites, galletas o tés, piensa que al hacerlo promueves el cultivo de maíces nativos, además de la producción de aceites esenciales 100% mexicanos (que hay menos de 20 personas en México que se dedican a esto) y que además estás impulsando el campo mexicano y la tierra trabajada por mujeres.
Como verás, Flores de Vida, es mucho más que deliciosos tamales, tés o aceites, es un proyecto que te reconecta con las tradiciones, con la tierra y con el corazón.
*Por Daniela Beltrán
Donde puedo contactar a Sara para la compra de estos productos
Que gusto que te sea útil la información!
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